Excede con mucho el contexto de esta exposición, entrar en detalle sobre cada uno de estos tres ámbitos, aunque al mismo tiempo, es una manera muy simple de detectar numerosos problemas nacidos precisamente, de su mezcla y confusión constante.
¿Qué queremos practicar?, ¿una cultura?, ¿una religión?, ¿una vía espiritual?, parecen preguntas sencillas, pero las consecuencias según la elección personal que realicemos, son de gran alcance y presencia, sobre todo, cuando no se tienen respuestas claras o se confunden indebidamente los correspondientes ámbitos.
Debemos respetar la cultura y los valores que se proyectan a través de ésta, sobre todo cuando, por razones ampliamente conocidas y en el caso concreto del Budismo Vajrayana, se hace difícil distinguir, entre el ámbito estrictamente religioso y el propiamente cultural.
Si solo imitamos la cultura o aspectos culturales, creyendo que así practicamos la religión budista o la vía espiritual, ¿no es esto un grave error del que se derivan numerosos autoengaños o engaños a otros?. Vestirse como un monje o monja, llevar ciertos utensilios, realizar ciertos comportamientos o formas de pensar más propios, por ejemplo, de la cultura tibetana o japonesa, no nos hará mejores practicantes.
¿Queremos practicar el Dharma, como una vía espiritual o simplemente, imitamos ciertas partes de una cultura o una religión?.
Para poder entrar en cierta manera, en el corazón de la práctica budista y en consonancia con numerosos y renombrados Maestros del Dharma, sin duda, debemos entender esa práctica no solo por la utilización de la razón y cierta acumulación intelectual del conocimiento recibido que estructura la teoría, sino la transformación real de uno mismo, de ese conocimiento que supera los límites de la intelectualidad y que transforma experiencialmente el conocimiento, en Sabiduría.
Cuando nos referimos a un Budismo occidental, ¿existe realmente como tal o es más el fruto de nuestro deseo, de cierta soberbia occidental o de un acto reactivo contra ciertas situaciones puntuales?.
Un síndrome occidental evidente: el de la inmediatez. Lo queremos todo ya. Dando a un botón, queremos el resultado. Sin esfuerzo. Sin disciplina.
Deberíamos entender que no existe un fenómeno sociológico y antropológico, por el que podamos afirmar categóricamente, que hoy en día existe un Budismo occidental.
Otra cosa es, que en occidente existen numerosos budistas, practicantes y Maestros occidentales que, en la interacción con la cultura occidental, están moldeando lo que sin duda, será en un futuro y entonces sí, el Budismo occidental (dependiendo a su vez, claro está, de cada país).
Cuando penetró el Budismo en otros países de Asía, con sus respectivas religiones autóctonas, pasaron numerosas generaciones hasta que el Budismo, se estableció y adquirió profundas conexiones con la cultura correspondiente.
Tuvieron grandes Maestros realizados, es decir, con capacidades espirituales contrastadas, superando los procesos habituales previos donde, la erudición o el simple conocimiento acumulado, era el criterio inicial básico a tener en cuenta.
Más que hablar de Budismo occidental, deberíamos hablar de Budismo en occidente.
No hay un "Budismo oriental”, en contraposición a un "Budismo occidental".
En todo caso, al igual que hablamos de Budismo tibetano, japonés o coreano, ¿podríamos hablar objetivamente, de un Budismo español, otro francés, otro italiano u otro sueco?. No, por ahora.
No existe hasta la fecha, la consistencia sociológica o antropológica suficiente, para hablar seriamente de un "Budismo occidental", aunque sí podemos señalar, la existencia de un Budismo en occidente que lucha por ser reconocido, con las particularidades culturales (en las que se incluyen, las particularidades de cada país) y que sufre al mismo tiempo, la discriminación de ciertas tendencias e ideas preconcebidas, sobre lo que debería ser el Budismo o un Maestro budista.
Lamentablemente, ciertos Maestros budistas, por ser occidentales o ser una mujer, sufren cierto ninguneo sobre sus capacidades y estatus, siendo esto completamente injusto y alejado de un criterio objetivo. Es demasiado fácil dejarse arrastrar por la engañosa idea que un hombre o una mujer orientales, con cierto aspecto y vestidos con ropajes determinados, pueden enseñar mejor el Dharma que los occidentales.
Como ya dije antes, la constante confusión entre cultura, religión y vía espiritual, puede dar lugar a esta situación y a otras muchas, donde las cosas acaban perdiendo su perspectiva adecuada y genera en muchas ocasiones, numerosos problemas y sufrimiento.
Actuar de forma reactiva al respecto, queriendo defender la existencia consolidada de un Budismo occidental, acoplando técnicas y conocimientos de ciertas disciplinas occidentales y reivindicando la necesaria transformación del Budismo "oriental" en algo “occidental”, puede que no sea una dirección adecuada.
Eso no quita, que debamos actualizar el enfoque y la manera de comunicarnos, como un medio hábil con el que conectar y transmitir inicialmente el Budismo como un método, utilizando enfoques, métodos algo exógenos al Budismo tradicional y ejemplos culturales frescos y entendibles, que permitan disolver aquellas barreras y prejuicios que hemos recibido o cultivado, por ejemplo, a través de nuestro entorno socio-cultural y nuestra educación.
Debemos entender perfectamente lo que estamos haciendo cuando, tomando el Budismo como un método y no un fin en sí mismo, leemos una serie de oraciones o sistemas de visualización, por ejemplo, en lengua tibetana. Esto quiere decir, que es muy recomendable tener traducidos a nuestra lengua nativa, todos los textos posibles del Budismo, desde sus orígenes por escrito, hasta nuestros días.
Pero al mismo tiempo, esto no significa que debamos dejar de lado la utilización del lenguaje tibetano el cual, por ejemplo, tiene distintos niveles de aplicación en el método de entrenamiento mental en el Vajrayana.
A diferencia de la lengua occidental, como el caso del español, donde solo tiene un carácter utilitario, la lengua tibetana, al igual que el sánscrito e incluso el hebreo, posee un carácter no solo utilitario, sino también simbólico, jeroglífico e iniciático, que llevan la atención consciente a un terreno pre-verbal y pre-gestual, donde ciertas experiencias mentales son necesarias para evolucionar realmente en el camino espiritual.
Este tipo de lenguas, suelen ser parte de un método muy elaborado y necesario para adquirir algo, mucho más profundo que el simple conocimiento racional y donde su carácter sagrado o trascendente, ha sido reforzado por millones de practicantes, a lo largo de unos cuantos miles de años.
En este punto, llegamos a comprender la importancia de la Transmisión en el Budismo.
Con la Transmisión, no hablamos tan solo de unas enseñanzas transmitidas por Buda y recogidas 500 años después de forma escrita en una serie de textos, sino que nos referimos también, a la Transmisión de una fuerza espiritual, llamada normalmente y de forma muy general, Bendiciones, la cual, transmitida por nuestros Maestros (Tradición) y en interacción con nuestra propia fuerza espiritual, generan una experiencia única e intransferible (Innovación) que permite actualizar el resultado experiencial del practicante, añadiendo gracias a esto, partes de su experiencia, a lo que a su vez se considerará en el futuro, parte de la Tradición.
No debemos confundir los métodos budistas y sus numerosas técnicas y planteamientos (que acaban definiendo las escuelas o Linajes), con su fin último, alcanzar la Iluminación y en el caso del Mahayana, para beneficio de todos los seres vivientes sin excepción.
Cuando la Transmisión (del Conocimiento y de la Sabiduría) sea una realidad consolidada en occidente, a través de generaciones, con la consecuente permeabilización de la cultura occidental en el propio Budismo que se practique (y no solo se "coleccione" o "acumule") en occidente, tendremos muy probablemente, un Budismo que, superando el encuentro con las culturas occidentales y los prejuicios por su origen o quién lo enseña, sirva realmente para lo que fue legado en su día: para liberarnos completamente del sufrimiento y sus causas, llegando a la Budeidad.
Esto solo es una opinión de quién tuvo el placer de participar en el II encuentro organizado por la CCEB y siempre, guiado por el sincero respeto a todas las demás opiniones que coincidentes o no, en todo momento deben tenerse muy en cuenta."
Florenci Serrano.http://www.ccebudistes.org/transmissio_practica