Antes de intentar responder a esta pregunta debemos distinguir dos tipos de "ideal". Puesto que no hay términos precisos que les correspondan, nosotros les llamaremos "Ideales naturales" e "Ideales artificiales". Un ideal natural es aquel que corresponde a la naturaleza del ser, mientras que el ideal artificial se impone desde fuera, de una manera artificial. Así, volviendo a lo dicho sobre "el hogar ideal" notamos que por más lujoso, conveniente y hermoso que éste sea, no resultaría ideal para un inválido en silla de ruedas si tuviera escaleras en su interior. Tanto como la vida de Henry Ford no sería ideal para alguien con temperamento de artista. Estos dos son ejemplos de ideales artificiales.
De acuerdo con esta distinción podemos decir que el Ideal de la Iluminación no es un ideal artificial, porque para el humano éste no es una imposición arbitraria externa, sino que corresponde con su propia naturaleza. Aún más, podemos afirmar que el ideal de la Iluminación es "El Ideal" natural para el ser humano, porque éste corresponde tanto a su naturaleza intrínseca como a sus necesidades más profundas. Esto lo podemos explicar de dos maneras; hemos hablado de la Iluminación, la que aún al ser entendida de un modo intelectual, puede parecernos un estado bastante remoto y algo muy lejano a nuestra experiencia. Sin embargo, al fijarnos un poco podemos encontrar esas cualidades que constituyen el estado de la Iluminación en el ser humano. Así que estas cualidades no son completamente ajenas al hombre, sino más bien naturales, es decir, intrínsecas a su naturaleza humana. En cada hombre, mujer y aún en cada niño hay elementos del conocimiento de la Realidad por muy remoto y lejano que éste sea; experimentamos esos sentimientos de Amor y Compasión, por limitados y exclusivos que sean, así como cierta energía por poca y vulgar que sea. Todas estas cualidades se encuentran en el ser humano en cierto grado; y de hecho, son las cualidades que lo distinguen de los animales. En el estado de Iluminación estas cualidades humanas están desarrolladas completa y perfectamente, en un grado que es difícil de imaginar. Entonces, el que el ser humano posea las semillas de las cualidades que constituyen la Iluminación crea una afinidad natural con el Ideal por alcanzar este estado, y que al encontrarlo pueda responder positivamente. Por esta razón, aunque se nos hable de la Iluminación en términos muy elevados y sublimes, tales como Conocimiento Absoluto, Visión de la Realidad, Amor y Compasión Infinitos hacia todos los seres, estos términos no nos resultan totalmente ajenos y sin sentido. Experimentamos cierta emoción hacia el Ideal de la Iluminación porque las semillas se encuentran en nosotros, en nuestra propia experiencia; así podemos responder positivamente al encontrarlo, en cualquier momento aún bajo formas distorsionadas.
También podemos ver que la Iluminación es el Ideal natural para el hombre porque, al fin y al cabo, esto es lo único que puede darle plena satisfacción, lo único que puede hacerlo completamente feliz. Aunque disfrutemos todos los placeres del mundo y poseamos todas las riquezas materiales, siempre habrá un vacío en nuestros corazones. En las tradiciones budistas esto se conoce como dukkha o sufrimiento. Hay tres tipos de dukkha: el primero es simplemente el sufrimiento que es sufrimiento, es decir el que experimentamos por medio de una herida física o mental; el segundo tipo de dukkha es el sufrimiento que resulta del cambio y la transformación de las cosas, debido a nuestro apego a los objetos que nos proporcionan placer; el tercer tipo de dukkha es el sufrimiento de todo lo que es la existencia condicionada, es decir el sufrimiento que experimentamos porque no hemos alcanzado la Iluminación. Aunque hayamos logrado obtener y conservar el éxito y las riquezas, que nos proporcionan placer, todavía nos quedará un rincón vacío en nuestros corazones, que sólo se llenará cuando logremos alcanzar el estado de Iluminación. De igual forma, podemos ver que el ideal natural para el ser humano es la Iluminación, porque el ser humano verdadero, el individuo genuino, en el fondo, nunca se sentirá satisfecho con nada que no sea el estado de la Iluminación. Si adoptamos el lenguaje teísta de San Agustín podemos decir: "Tú nos has hecho para ti y nuestros corazones estarán ansiosos hasta encontrar descanso en ti".
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